MÚSICA TEMÁTICA
Jorge Claudio Morhain ©
(Silla de respaldo alto junto a una mesa. Vasos, botella que puede ser de whisky –sin marca–, pava y mate, un plato hondo de lata con comida y una cuchara, un pan. Un armario miserable o perchero con ropas, donde hay un equipo de “elegante sport” antiguo, de persona acomodada; una cama real o simbólica, muy pobre; sobre la cama, sin que se vea, un traje de presidiario como los de Ushuaia)
(Juan, hombre mayor, de más de sesenta años, sentado. Está en calzoncillos, musculosa, medias y alpargatas en chancleta. Como si se hubiera levantado recién de la cama. Está algo abatido, y le molesta la música)
(Música de cumbia, con bajos muy reforzados)
JUAN.- (voz normal) ¡Hijos de mil puta!... Siguen y siguen. Y siguen y siguen. Pero ya se les va a acabar. Ya se les va a acabar, negros roñosos hijos de mil putas!... ¡¡Terminenlá...!! (con voz forzada, algo de falsete, no muy fuerte) ¿Qué carajo es esa voz, Juancito? ¿Te olvidaste de todo, ya te olvidaste de todo? A ver, a ver la voz, Juancito... (hace ejercicios respiratorios, infla el pecho y el estómago y grita MUY fuerte) ¡¡¡TERMINENLÁ!!!...
(Se apaga la música. Silencio)
(Juan se queda inmóvil. Cierra los ojos. Intenta que el recuerdo no llegue a su mente)
JUAN.- Paren la música. Paren la música. Es una cumbia moderna de esas que hablan de chorros y drogadictos que es lo que queríamos evitar pero que ahora están aquí no es la misma vieja cumbia que poníamos tan fuerte tan fuerte que te reventaba y no te dejaba pensar en... (se va deteniendo, para evitar el aluvión de recuerdos; mira alrededor buscando otro tema, lo descubre) El mar, el mar cuando camino por la playa Mar del Plata las minitas las tanguitas los... los cuerpos desnudos y esa música esas cumbias a todo lo que da, y... (molesto, se pasea; no quiere que lo invadan los recuerdos) No, la noche, no, la luna, un postre, sí, tengo que comer un postre. Vino. La copa. La copa del olvido..... ¡¡PAREN LA MÚSICA!! (otra vez con voz muy fuerte)
(Hace ejercicios respiratorios, infla el pecho, hace flexiones. Marcha, en modo militar, a lo largo del escenario, varias vueltas.)
JUAN.- Basta. (Va hacia el armario y se viste de “elegante sport”. Cambia su actitud, como la de un importante ejecutivo o militar retirado. Va hacia la mesa, se sirve un whisky. Se sienta, como si lo invitaran. Brinda hacia el público y bebe circunspectamente)
JUAN.- Chivas. Buen whisky. Como el de antes. Antes éramos pocos los que lo conseguíamos. Después lo consumía cualquier pelandrún. Buena táctica. Los boludos se creían millonarios. Viajaban a Miami, traían porquerías, y chupaban Chivas. Ahora se consigue un poco más que antes. Y muchos de esos boludos son millonarios. Pero no dejan de ser boludos. Pagan el Chivas por lo que no vale. (Contempla el vaso, mientras lo revuelve) El Chivas a través de la historia... Había que tomar Chivas para aguantar los gritos y la forma como lloraban esos hijos de puta. Había que ser más fuerte y gritar más que ellos y chupar... (Música de cumbia, más que nada el retumbo de los bajos) ¡¡PAREN ESA MÚSICA!! (Silencio) Hijos de puta... Negros patas sucias... Porque es así. Creímos haber acabado con las plagas, las fumigamos, les echamos flit (intenta reír por lo bajo) Como fumigadores hicimos un buen trabajo, hay que reconocerlo (intenta reír por lo bajo) Pero o fuimos débiles y se nos escaparon algunas chinches, o se volvieron resistentes al DDT (intenta reír por lo bajo) Por suerte después de los primeros intentos de dar vuelta el plato de papas fritas... (silencio; cambia de tema nuevamente) ¡Papas fritas! ¡Cuánto hace que no como papas fritas, la mierda! ¡Un buen plato de papas fritas crocante, sequitas, con cerveza...! (grita con la voz fuerte) ¡¡QUIERO CERVEZA!!
(Espera que le contesten. Nadie lo hace. Vuelve a caminar como soldado. Se sienta de nuevo. Bebe)
JUAN.- Eso era, eso era. El segundo método. Ese era un método, carajo, lo hicimos bien con el Tío Patilludo. Plata. Coima. Plata, plata. Todo baratito. Todo bueno, más bueno que lo que merecían esos judíos de mierda. Tomates de Italia. Pollos de Virginia. Tabaco turco. Y whisky. El mejor whisky. A monedas, porque el dólar para nosotros era moneda barata. ¡Cómo se aplacaron los boludos! “Yo la pasé bien, (imita) fui dos veces a Miami”... ¡boludos! Eso había que darles: bosta en palito. Helados de caca, pero importados. Los negros tenían que tener todo barato, nada que reclamar, nada de fábrica ni trabajo pesado. Viva yo y que me cojan a mi hermana, basta que yo pueda viajar a Miami... Había que haber seguido así un par de generaciones, veinte años en lugar de diez, y estábamos hecho. No quedaba ninguno. Ninguno de los que volvieron... (Silencio. Lo piensa, siempre con la copa en la mano. Camina) ¿Cómo volvieron? ¿Cómo, me cago en Jesucristo? (se santigua)
(Comienza a desvestirse. Cada tanto se saca una prenda, que arroja lejos)
JUAN.- Al principio creímos que era parte el plan maestro... (lo piensa) A lo mejor lo era, a lo mejor lo sigue siendo, mierda, y nada más que nosotros no entramos en él... (bebe el whisky que queda de un trago, deja el vaso en la mesa con un golpe; cambia de conversación) Eso nos pasa por usar planes de afuera para las cosas de adentro. Te usan, y te dejan abandonado. ¿Para eso nos sacrificamos tanto?
(Se va sacando la ropa frenéticamente, y va elevando la voz)
JUAN.- ¡¿Para eso dimos la vida?! ¿¡Para que el tiempo nos derrotara, y todos volvieran, hasta los muertos vivos?! ¿¡Por qué nos dejaron solos?! ¿¡Por qué no nos enseñaron cómo ser derrotados?! ¡¡Hijos de mil putas, ¿por qué nunca dan la cara?!!
(Termina de sacarse todo, vuelve a estar en calzoncillos y musculosa, marcha militarmente por el escenario)
JUAN.- Claro. Carne de cañón. Soldados. Instrumentos. De algo superior. Es el mandato de Dios Nuestro Señor. Eso nos dijeron, eso creímos, eso creemos, por eso rezamos (se santigua)... En última, en última, en última instancia, el Plan Superior es de Dios Nuestro Señor... Sí, si uno lo repite y lo repite se lo banca finalmente, y es capaz...
(La música fuerte de cumbia. Corre a la cama. Toma un traje de presidiario a rayas, se lo va poniendo)
JUAN.- ¡¡LA MÚSICA!! ¡¡LA MÚSICA!!...
(En el medio dgel escenario, firme, con traje de presidiario del tipo de Ushuaia)
JUAN.- La música... que poníamos para torturar... y para MATAR...
(Se queda inmóvil. Luego se santigua y se persigna. Se sienta a la mesa, reza frente al plato, y luego come, mientras la luz se va atenuando y aparecen en el fondo, por la iluminación, un dibujo de rejas)
Hola Jorge:
ResponderEliminarAcabo de agregar a tu blog en MI LISTA DE BLOGS, que hallarás en el segmento ENTREVISTAS.
Saludos!
Max.
La Dificultad
ResponderEliminar"Cuando tenemos la idea cerrada de tener la mente abierta"
www.pablohajnal.blogspot