lunes, 21 de abril de 2014

1CxD02- 003



1CxD.02 – 003  (21 de abril de 2014)

EN EL LABERINTO
Cuando entró en el Laberinto, acababa de enterarse de la traición.
Tuvo la sospecha de que la misma apuesta fuese parte de la traición.
De todos modos, lo haría. Saldría del laberinto, y ganaría la fortuna en juego. Aún frente a su propia fortuna.
Hizo los primeros tramos con rabia desesperada, atropellando los arbustos, pateando las estatuas. Corrió hacia la derecha, siempre a la derecha, según era la norma (si era norma: tal vez sólo consejo, o esperanza de evadirse para siempre del encierro)
Cuando llegó al primer encierro, comenzó a llorar. Llanto incontenible, desbordado como río después de las lluvias. Ella le importaba. Claro que le importaba. Claro que era suya. Claro que era la madre de sus hijos. Claro que él la engañaba. Pero ella no. No. No. Y menos tan obviamente, tan prosaicamente, con su mejor amigo.
Agitó el puño hacia lo alto, sabiendo que ella lo observaba, por alguna de las cámaras de seguridad del Laberinto (no fuera a perderse alguien, y no pudiese salir)
No fuera a perderse alguien y no pudiese salir.
Quizás esa fuera la solución. Sus hijos ya eran grandes. El negocio estaba en marcha. Y ella los quería. Podrían llevar una vida agradable sin él. Con dinero, con buena vida. Y con su nuevo padre, el mejor amigo. Y con la suma de la fortuna de su nuevo padre el mejor amigo.
Empezó a caminar, en lugar de correr. Todos los desvíos a la derecha llevaban invariablemente a encerronas. Y para peor, algunas encerronas eran tan complicadas como pequeños laberintos.
Sudaba.
Arrastraba los pies.
Terminó por sentarse en un banco, colocado donde seguramente los visitantes desfallecían. Sólo faltaba que hubiese un dispenser con un refrigerio.
Puteaba a Dios y María Santísima. Y a su mujer y a su mejor amigo. Y a sí mismo. Por aceptar la apuesta.
Pero, ¿hubiera podido no aceptarla? El mejor amigo estaba acostumbrado a poner las reglas.  Y la apuesta era su idea. Casi toda la fortuna de uno contra casi toda la fortuna del otro. Si salía del laberinto. Claro. Quizás él no saldría. Quizás no se enteraría nunca si esto era un plan para que no saliera. Quizás el mismo Laberinto no tenía salida.
Lo invadió una rabia sorda. Saltó del banco y volvió a los pasillos. Derecha. Izquierda. Derecha. Izquierda.
Siguió contra la última pared de arbustos, para traspasarla, para romper el encierro, para salir del Laberinto. Pero detrás de la planta había alambrada. Un grueso alambre tejido era el alma de las paredes verdes.
–Calma. –dijo en voz alta. –Calma. –como para que su voz reforzase la idea de que aún vivía. De que aún podía reaccionar. Pensar. Reflexionar.
Tendría que salir. No iba a morir allí adentro, paras lujo de la infiel y del mejor amigo.
Metió una pierna entre las ramas, hasta alcanzar el alambre. Consiguió enganchar un pie. El otro. Trepó hasta que su cabeza sobresalió por sobre la pared verde. El Laberinto parecía extenderse hasta el infinito. Acaso así fuera. Trabajosamente, se puso de pie sobre las ramas, en precario equilibrio, tratando de vislumbrar un camino, una salida. Había algo, a su derecha. Algo… Luces…
Cayó al suelo.
Hizo un esfuerzo terrible para no desmayarse, pero el dolor era tremendo. Algo se había roto en él. Quizás el alma (pensó)
Quizás (se dijo, mientras juntaba los pedazos de sí mismo que parecían desparramarse por el piso gimiendo por separado, pero a coro) el Laberinto realmente se extienda hasta el infinito. Quizás mi mujer y mi mejor amigo me hayan matado, y esta sea mi agonía. Quizás, realmente, nunca vaya a salir del laberinto. A menos que vaya hacia las luces. A menos que pueda pararme. A  menos que pueda… despertar…
(Si tan sólo pudiese pensar con claridad…)
Alguien gritó, a lo lejos, en alguna parte.
Creyó oír unas palabras, antes de desaparecer en la negrura. Algo como “¡Corten!”

ÚLTIMAS NOTICIAS (Fragmentos)
Sigue en coma el actor N…, quien sufriera un repentino ACV mientras filmaba…
Su esposa, la también actriz B…, dice que permanecerá a su lado, hasta que despierte. La acompaña el mejor amigo de N…, el productor T…, quien producía el filme “En el Laberinto”. La película será terminada con imágenes diseñadas por computadora, dijo. Se espera…
La esposa y el mejor amigo, aburridos, sudorosos de amor, salieron al pasillo solitario de la clínica. Necesitaban cambiar de aire, respirar, liberarse de aquel encierro lleno de tubos y ganchos y pantallas iluminadas.
Nunca encontrarían la puerta de salida.
El Laberinto se extendía hasta el infinito.

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