sábado, 26 de abril de 2014

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1CxD02-008 (26 de abril de 2014)

ELEGIDO
Rosendo Francisco Ramírez siempre supo que era un elegido. En la escuela secundaria había hecho correr la voz que la profesora de Trabajos Prácticos, una vieja agria y exigente, había pedido determinadas hojas de colores; aprovechando un viaje de su padre a la ciudad había comprado una resma esas hojas y las había revendido treinta veces más caras, de a una. La profesora nunca las pidió. Con el dinero recaudado había iniciado un kiosco clandestino de cigarrillos sueltos, y a la hora del recreo los compañeros lo buscaban desesperadamente. Y las compañeras. Y hasta algunos profesores.
A los veinte años se llamaba Frank Rami, y era gigoló en un cabarute del bajo. A los cuarenta tenía una cadena de burdeles clandestinos. A los sesenta se murió. Se había abierto un lujosísimo Cementerio Parque y habían ofrecido al famoso (clandestinamente famoso) Frank Rami una tumba que parecía un palacio (suponiendo que pasarían años antes de cumplir su promesa). Pero Frank no iba a despreciar semejante oportunidad.
Elegido por el Cementerio Parque, Frank se murió.
Un día cualquiera, diez años más tarde, la limusina de Rose Miréz se detuvo a la entrada, y el anciano caminó hasta la tumba fastuosa de Frank Rami. Ahora era un funcionario del Fondo Monetario Internacional. Y Wikileaks acababa de publicar una colección de informes que era todo un lujo. Assange lo había elegido como ejemplo de la corrupción.
En la tumba dorada, frente a la estatua de Frank rodeado de ángeles llorones, Rose Miréz se pegó un tiro.
La Smith & Wesson plateada, calibre 38, había sido elegida cuidadosamente para él por el mismísimo Henry Kissinger.
Un elegido.

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