domingo, 20 de julio de 2014

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1CxD02-091 20 de junio de 2014

Amigo
© Jorge Claudio Morhain

– ¡Eh, amigo!
El embaldosado del andén se volvió pastito, en lugares alto, en lugares casi tierra pelada como calva incipiente. Lo veía todavía, el Tapón, corriendo tan rápido que parecían dos, saltando, retrocediendo, ocupando todos los lugares de la cancha, en su cabeza siempre el pase correcto para meter el gol, desesperado para que se la diesen:
– ¡Eh, amigo! ¡Amigo! ¡Amigo…!
El Tapón, tremendo jugador de potrero. Habría llegado a ser profesional…
–¡Eh, amigo! – Alcanzó a ver, bajo las arcadas, al hombre con muletas que llamaba la atención de los pasajeros, estirando una cajita de zapatos: –¡Eh, amigo!
En el fondo de boca de lobo del túnel resonó el pito. Venía, al fin, el subte.
Ahora volvía a sentir los gritos de la tribuna, años más tarde, cuando uno ya estaba en Buenos Aires e iba al pueblo de visita. El Tapón jugaba ahora en el equipo de Villa Colonias Unidas, y corría por toda la cancha. Y gritaba:
– ¡Amigo! ¡Eh, amigo…!
El contrincante era el equipo grosso de Machagai, muchos rugbiers que sacaban músculo corriendo la pelota. Unos bestias. Todavía lo recuerda, el Tapón eludiendo esas masas, metiéndose hasta el área grande y los tres mchaguenses cercándolo, y el caño infernal, la patada violenta del defensor que, en vez de darle a la pelota, le dio a la pierna del Tapón, dejando el hueso al aire y la tragedia prendida a todos los espectadores.
– ¡Eh, amigo! –, gritaba al que pasaba, pidiendo, el de las muletas.
Subió al tren. Llegaba tarde. Pero a último momento se arrepintió y empujando las puteadas de otros apurados que le impedían el paso volvió al andén, caminó hasta las arcadas, y abrió los brazos.
– ¡¡Tapón, y la puta que te parió!! ¡¡Amigo!!
El otro se arrojó en sus brazos, tirando las muletas, confiando en ese nido que se le abría, mientras gritaba:
– ¡¡Amigo…!!

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