sábado, 28 de junio de 2014

1CxD02-069

1CxD02-069 28 de junio de 2014
UNA DE FÓBAL
(c) Jorge Claudio Morhain

- Eso me trae a la memoria al Tuerto Gil. ¡Qué jugador, carajo!
- Hasta que se quedó tuerto, por aquel planchazo del Zurdo Cuello...
- ¿Cómo fue? - El que preguntaba era Tití Larrosa, que era nuevo en el pueblo. Bueno, nuevo... llevaba como diez años con la ferretería, pero nunca había visto jugar al Tuerto. Además, cada vez que salía la conversación, alguien contaba la anécdota, con algunas variantes o aditamentos que contribuían a la polémica. Es que si no había polémica, la tarde se caía sola, entre ginebras y gaseosas.
- Jugaban la Estrella Celeste con Unidos del Río, dos equipazos de la época, y estaban definiendo un campeonato zonal que había tenido de todo: tiros, patadas y bancazos. Gil -que todavía no era tuerto- jugaba de volante por la izquierda y tenía la pelota pegada a los botines, porque había que ver cómo gambeteaba Gil. El Zurdo, que era cabrón y alevoso, quiso parar la pelota cuando la revoleaba con la cabeza y ¡pah! le dio un planchazo en toda cara que lo tiró redondo. El referí se vino al humo, pero no alcanzó a parar la jugada, porque Gil era fuerte como un toro -era hachero del monte- y se levantó cabeceando, como si nada. Falta en ataque, dijeron los mirones, y Gil siguió pegado a la pelota, aunque le sangraba la ceja por sobre el ojo izquierdo. Y entonces empezó una función increíble. Gambeta, túnel,  sombrerito, taquito atrás mientas amagaba adelante, pique corto y llevarla pegada a la cabeza, dejarla caer y enredarse otra vez contra los que se le ponían enfrente. Quién sabe cuánto duró todo ese recorrido, algunos dicen que veinte días, o dos meses, pero la verdad que eso parecía, porque Gil cruzaba la cancha como un rayo, corriendo de banda a banda con un montón de gente pegado atrás y otro montón queriendo pararlo, adelante. Se encontró con un muro infernal delante del arco, y se dio media vuelta y los obligó a correrlo y entonces giró otra  vez y arremetió de nuevo y gambeteó al arquero y pateó y... la bola entró como esas cosas que nunca se alcanzan, perfecta, limpia, en el ángulo interior izquierdo. Y Gil, que ya tenía el párpado caído, se dio vuelta haciendo la palomita y tirándose al césped ni que fuera pingüino y levantándose como un muñeco para hacer un doble roll, y mirar a la tribuna, abriendo los brazos, todo sonrisa,  alegre. Entonces vio, con su ojo derecho, que de la tribuna lo ovacionaban,  porque estaban sobre la hora y ese gol definía el partido. Lo ovacionaba la tribuna de la Estrella Celeste....
- ¿Y...? - dijo Tití, mordiéndose las uñas, el cuerpo tirado hacia adelante, como si estuviera frente al campo de juego. - ¿Y...?
- Ah, -dijo el contador, luego de mirarlo raro. - Cierto que vos sos nuevo. Y que nunca oíste el cuento.
- Soy nuevo, pero ¿qué pasó? ¿El Estrella Azul ganó el campeonato?

- Claro. Ganó el campeonato, Tití. Pero Gil... era de Unidos del Río.

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