miércoles, 29 de octubre de 2014

C781 1CxD02 154

C781  1CxD02 154  (29 de octubre de 2014)

El viento

© Jorge Claudio Morhain

El viento. Siempre el viento. Este lugar es el agujero de todos los vientos. A veces creo que la Patagonia ha extendido sus dedos y que llega muy al norte, con su viento.
Viento que agita las ramas, que desguaza las flores, que aplasta los yuyos, que hace doler a los techos de chapa y que golpea los postigos descontrolados.
Viento del miedo.
Viento de la noche.
Me han dicho que, en las noches como esta, el viento se manifiesta en forma corpórea, que toma la forma de un ser, de un ente, y recorre las calles recogiendo almas perdidas.  Pienso que una de estas mil noches de viento ese ente se llevará al Tinto, alma perdida entre los perdidos, ignorante siempre del sitio donde vive, el año que transita, el barrio que lo acoge.
Y después está Ignacio, la rata charlatana. Yo la he visto, no crean que es cuento. Es una rata de laboratorio, grane, orejona, que viste camisa y chaleco, y asusta.
Asusta.
Por eso lo dejo al Tinto que se inserte conmigo, en este hueco de cemento en la extraña forma de este edificio. Parece el agujero que queda cuando falta una muela, o cuando los dientes están muy separados. Apenas cabe una persona. Y el Tinto, somos dos. O tres, si contamos la botella. Bueno,  botella…: cartón, digamos más vale. Y es generoso el Tinto.  Te ofrece un chuponcito de la tetita del cartón. No está mal. El viento enfría todas las cosas, y el vino remueve algo por adentro y se enciende un fogoncito.
Ignacio deja de charlar, y se mete en algún agujero. Mala señal.
El Tinto canturrea, y se hamaca. En cada vaivén, nos vamos ajustando mejor. Y ya no siento frio. y él seguro que tampoco, aunque es difícil que sienta frío conservado en alcohol como está. Por suerte no llueve, el cielo es una joyería, aunque de a ratos me parece que el viento mueve las estrellas, las sacude a ver si alguna se cae. Y cada muchísimo tiempo, alguna se cae de veras.
Hoy ha sido un día lindo, con buena comida porque hay ricos que están de temporada en su casa, y porque como hay ricos en el barrio la gorra nos trata con más condescendencia, digo, porque hablar de piedad de la gorra es pedir leche a un toro. Y hasta ligué un ponchito viejo, que se llevaba un perro de los ricos, seguro una manta que le dieron los amos y que el animal estaba acomodando, que se joda, yo la necesito más. Viene bien, porque ahora la comparto con el Tinto, así como él comparte su vino.
Pobre Tinto. Un día de estos el coso del viento se lo va a fumar.
Podrá ser hoy. Mientras me acurruco contra el Tinto, veo cómo el viento amontona sombras, reconstruye huecos, rompe y recompone en los ángulos muertos de las casas. Los manchones de negro van y vienen mientras el farol que se ha aflojado baila el mambo del viento oscuro.
Un viento oscuro.
Como una corriente de tinta, que corre las calles y va tapando la luz. Casi puedo verlo, al coso del viento, ir tragándose las estrellas, amontonando negrura.
Me entra el cuiqui, y trato de dormir. No hay mejor cosa que dormirse. Todo se termina, y se deja de sufrir, y el tiempo pasa muy rápido, y se traga las sombras.
Pero no puedo dormir, con el Tinto hamacándose de esa forma. Trato de tomar el compás, para que me acune el sueño, pero es un ritmo desparejo, como cuando se da vuelta el dial y se oye un cachito de cada cosa que transmiten las emisoras. Y finalmente voy a tener que decírselo, así que abro los ojos…
Mejor no los hubiera abierto.
No habría visto delante de nosotros, patente, siniestro, el bicho hecho de sombra y viento, blancos los dientes, negro todo lo demás, alborotado por los bordes, despeinado por el viento, frío, frío, y oscuro. El ente del viento.
Cerré otra vez los ojos, y sentí que algo se salía de mi costado. El Tinto.
El Tinto se fue con el bicho. No sé si se lo tragó, o se lo llevó de la mano, porque no volví a abrir los ojos, y en el hueco que de repente se hizo en la pared me desparramé a gusto y me entró la sueñera.
Pobre Tinto. O no. A lo mejor el viento lo convida con vino.
Así nos vamos, yo les digo porque yo lo he visto. Un día uno y un día otro. Nos lleva el viento. El mal viento. El viento de la vida.

Así nos vamos.

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