C799 1CxD02 173 30 de noviembre de 2014
El taxi de Fernández – La goma
© Jorge Claudio Morhain
Había sido una noche salvaje. Agotado hasta
el fondo de su fibra más íntima (esa y la virtual), Fernández dormía a pata
suelta.
En medio del sueño, oyó el grito:
– ¡Se pinchó una goma!
A continuación, soñando, Fernández se bajó
del auto, puteó, miró donde estaba (en ninguna parte) y finalmente bajó el gato
y el auxilio.
Volvió a sonar el grito: “¡Se pinchó una
goma!”
– Ya va, ya va… –, musitó el taxista,
luchando (como siempre) con los bulones muy ajustados.
Entonces sintió un golpe. Como un manotón.
Se incorporó para repeler el ataque, y enseguida otro más, casi una cachetada.
Y se despertó. La Carmen estaba cianótica,
pálida, desencajada. Y decía con un hilo de voz “Se pinchó una goma… se pinchó
una goma…”
Fernández llamó al SAME, y se la llevaron.
La noche había sido salvaje, y la prótesis
no había resistido a los estrujones (o quizás ya venía resentida de tantos
otros estrujones, dada la profesión de la Carmen)
Y la silicona es muy, muy nociva.
A la salida del telo, por las dudas, pateó Fernández
consistentemente las cuatro ruedas, no fuera…
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