miércoles, 25 de junio de 2014

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1CVxD02-067 25 de junio de 2014

Sobredosis

© Jorge Claudio Morhain

Recostado en la camilla, miraba el cielorraso, muy alto, y veía un minúsculo colgajo, cerca de los tubos fluorescentes, donde una araña se dedicaba a deglutir un bicho demasiado pequeño para distinguirlo desde aquí abajo. Había dejado de dolerme. Sin duda la anestesia surtía efecto. Sonaba una suave música en algún lado. Una leve canción, que hablaba de soledades y hoteles junto al mar, y que me atrapaba con dedos de hierro para sacarme de allí, para llevarme lejos, entre las montañas, donde una muchacha de cabellos rojos y ojos brillantes y labios entreabiertos me decía adiós, y no la vi más, como decía otra canción. Ni  a sus ojos de gata. Vagaba navegando hacia atrás en el tiempo. El viaje en el tiempo existe, sabéis, uno puede estar de nuevo allí, sufrir de nuevo allí, y si algo puede llamarse karma es lo pasado, porque es vida vivida y es inalterable. Se puede revivir el pasado, sobre todo cuando uno está así, dormido a la fuerza sobre una camilla. Se puede revivir, pero no modificar. Se puede sufrir una y otra vez, hasta que el propio cerebro va borrando lo triste y te queda lo alegre, si hubo alegría, o apenas la nostalgia. La nostalgia feroz por aquello que nunca jamás sucedió. Entonces entran las voces, y uno cree que es la pelirroja que vuelve a halarte pero es la enfermera que habla con alguien que huele a Gitanes y un dejo de alcohol. “¿Sobredosis? ¿De nuevo?”, dice el fumador. “Sobredosis. De muchas cosas, doctor. De alcohol, sin duda. No parece haber otra droga, pero eso es bastante. Y sobredosis de trabajo, tal vez…”, dice la pelirroja, y lo dice fuera de mí y dentro de mí, y tengo ganas de contestarle: “y sobredosis de amor, y sobredosis de poesía… y sobredosis de vida, chavala…”. Pero la anestesia me pone pastosa la boca o acaso no haya derramado aún todo el veneno que me bebí antes de caer aquí. Y ahora habla el fumador y dice: “Tenga cuidado, que nadie se entere de que está aquí, señorita. La prensa lo haría pedazos si pudiera sacarle una foto en este estado.  Y saque sus discos de la música funcional: no creo que lo mejoren”. Tío pacato, chulo. Anda a saber tú lo que me mejora. Ahora, en el silencio, mejor cerrar ya la fuente de los recuerdos, y dejarse ir. Como una barca a la deriva.


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