1CxD02-055 13 de junio de 2014
SAKURKÁN
© Jorge Claudio Morhain
Me he hecho un Sakurkán de palo y trapo, pa’ que venga conmigo al colegio, de callau nomás, adentro ‘e la mochila. Le he puesto “Sakurkán” pa’ que suene misterioso, ve, y porque los changos del poblado han venido con unos muñecos duros pintarrajeados y rubiones a los que han llamado Mazinger y Naruto y nombre así, y Sakurkán me suena más tirando a Llastay o Coquena, que son de veras y de estos montes, ve. Y suena bastante raro, también. Los pibes del poblado se la pasan toriándose con los muñecos con gritos como de ánima “¡Ña!” “¡Soop!” “¡Iii-iang!”, cosas así, y dándose empujones.
Sakurkán, en vez, me canta, suavecito, de mientras toco la quena entre los montes y cuido las cabritas. Por áhi le he tocado un carnavalito y hubiera visto al Sakurkán, saltando y brincando como en una diablada. Y después, me da consejos, ve: “no vayás por esa quebrada, chango, que hay piedras sueltas…” “Cuidau con los espinillos, que se prenden y no te sueltan”. Camina conmigo, monte arriba y monte abajo, y pa mí que si le dejo a cargo la majadita mismo la cuida como si fuera un chango pastor, como uno.
Eso sí, no lo he mostrao en la escuela, al Sakurkán. Los changos del poblado seguro van a querer hacerle tomas de karate y gritos de japoneses y me lo van a desarmar, y me via quedar llorando como el mismo Sakurkán, que de a ratos me llora.
¿Por qué me llora, no? Habrá que preguntarle al tatay viento o a la doña Pachamama, si es que saben. Dispués de todo, no es más que un muñeco ‘e palo y trapo, qué va andar uno metiéndole alma a las cosas de uno, ¿no? Lo miro de nuevo y me mira con los ojos pintados con pinta-pinta, que es ese líquido blanco pa tapar las metidas de pata. Y parece que me dice, el Sakurkán, vea: “dejate de pavadas, chango, y agarrá los libros, o te vas a quedar pa siempre cuidando ovejas.
Se me hace que el Sakurkán es sabio. Mucho más que el Mazinger o el Naruto, eso ni hablar.
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