1CxD02-070 29 de junio de 2014
La historia
© Jorge Claudio Morhain
La historia viene así: Eugenia tuvo que emigrar de su
provincia a Buenos Aires, y, por una jugarreta de un usurero, se quedaron sin
nada, y fueron a parar a una villa. Eugenia trabaja y estudia, y consigue
recibirse de Licenciada en Relaciones Públicas, Y busca trabajo, ¿bien?
- Busca trabajo. Bien.
Pero busca, y busca, y compra todos los días el Gran Diario
Argentino, y tiene que rechazar un montón de pedidos porque son trata de
personas encubiertos, y compra otros diarios, y busca, y busca, y nada.
Entonces decide que va a conseguir trabajo como sea. Saca un crédito y se
compra las mejores ropas, y se hace hacer una tarjeta de presentación de lujo,
y cae a la Convención de un importante grupo de empresas multinacionales, donde
no la dejan entrar. Pero por algo ha gastado un dineral en ropa, tetas y clases
de seducción, así que el final un portero la mete por una puerta lateral, le
roba un beso, y Eugenia apenas consigue que no le saque una teta, ¿bien?
- Bien.
Se aburre en las disertaciones, pero después hay un ágape,
con una orquesta famosa, y baila un poco, hasta que Martín, CEO de una
importante automotriz, la ve y se deslumbra, y baila con ella toda la noche, y
la saca al jardín, con muchos arbustos, donde hay unas reposeras tentadoras. Y
hace el amor en una de esas reposeras. ¿Sí?
Sí, te sigo.
Apenas terminan, Eugenia sale corriendo porque dice que debe
trabajar temprano al día siguiente, y Martín, que no ha terminado de ponerse
los pantalones, no la alcanza. Pero ve, debajo de la reposera, una pequeña
cartulina: la tarjeta de lujo de Eugenia. La llama al día siguiente, ella no lo
atiende, la llama otro día, otro día, hasta que al final le ofrece trabajo en
su empresa. Ella lo rechaza hasta que él insiste y le ofrece un alto cargo con
mucho dinero, y ella dice que hasta que no firme el contrato no la tendrá. Así
que al día siguiente, Emilia va a la empresa automotriz internacional, firma un
poderoso contrato, y toma el ascensor rápido hasta el penthouse del piso 50,
donde Martín la espera.
- Ajá.
Y se casan y son felices, y comen perdices en Madagascar.
- ¿Y…?
Cómo “¿y?”. Esa es la historia. ¿Te gusta?
- ¿Me contaste “50 sombras de Grey”, o “La Cenicienta”?
Las dos, pero por vieja le gana la Cenicienta.
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