1CXD02-086 14 de julio de 2014
Gestación
© Jorge Claudio Morhain
Se revolvió, como si algo lo molestara. Acaso sí, algo lo
molestara. La charla inconsistente de sus ocasionales contertulios, basada en
slogans y frases hechas, muchas con evidente mala leche, otras directamente
absurdas. Por momentos, parecía que se acomodara mejor, para escuchar. Quizás
estaba haciendo un inventario de palabras huecas, de tonterías populares o
–para decirlo suavemente- de mitos urbanos. Había días que dolía, como si
quisiera abrirse paso como fuera. Otros, los menos, dormía inadvertidamente. La
presencia del sexo opuesto lo alborotaba, siempre, y parece que golpeaba las
frágiles paredes clamando por saltar al mundo. Una patada, ahora. “¿Qué te
pasa?”, preguntó una de las chicas. “¿Cómo, no sabés?”, acotó otro. “Quiere
parir alguna cosa”. La nueva se rió, pero el resto no. El resto conocía mis
síntomas, y ya no lo tomaban a risa. Adentro, seguía pegando patadas, y creo
que puñetazos. Quizás fuese, al fin, la Gran Obra. Creo que fue esa impresión
lo que disolvió de inmediato la reunión, y me fui a mi casa. Encendí la
computadora, puse música extremadamente suave, y parí. Con todo el goce del
parto anhelado, del huésped ansioso por recorrer al mundo. Era una novela.
Quizás fuese, al fin, la Gran Obra.
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