sábado, 9 de agosto de 2014

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Telesita

© Jorge Claudio Morhain

La niña, la "Chinita", se acurrucó debajo de la silla para escuchar la conversación de los adultos, algo expresamente prohibido (como otras tantas cosas, hablar en la lengua, por ejemplo, hablar en el quechua con el que se entiende todo el mundo) por la abuela Margarita, la Magala de la costa del Misky Mayu, el Dulce.
Rosita Ferreira era montaraz. Nunca se había alejado mucho de aquel paraje, aquel amplio rancho santiagueño donde cuidaba las cabritas, nadaba en la costa, corría carreras con los muchachos del pago, por los callejones de tierra suave y blanca como talco. Su padre manejaba uno de esos carros de dos ruedas, altos, a los que ataban entre dos y cinco mulas; en una de ellas se encaramaba don Ferreira, yendo y viniendo entre el cañaveral y el ingenio azucarero. Mientras los adultos de la familia volaban de una cosecha a otra, peones golondrina, la abuela Magala se quedaba con los críos, diez, doce niños y un par de chinitas.
Cerca,  Don Palumbo criaba mulas. La mula es un híbrido estéril, no tiene cría. Nace del cruce entre burro y yegua. Burros enteros,  y yeguas fértiles que cuidaba don Palumbo, para aparearlos y obtener las mulas,  algunas de las cuales negociaba con el tata de Rosita, en esos trueques espontáneos de los pueblos no monetizados. Fue precisamente Don Palumbo quien le informo a Don Andrés Chazarreta que era la casa de Doña Magala la que había elegido la niña, y no otra.
Y por eso, aquel día de la década del `20, Rosita, la Chinita, oyó desde la clandestinidad la verdadera  historia de Telésfora Castillo.
"Me han dicho que usted tiene conocimiento del  origen de la leyenda de la que llaman 'La Telesita', Doña Magala", ha dicho el visitante.
"Puede ser... " (la abuela no confiaba en nadie) "¿Y pa' qué anda queriendo saber?
"Me llamo Chazarreta, Doña Magala. Andrés Chazarreta. Hago música. Compongo canciones. Y me ha interesado esa muchacha que iba de casa en casa..."
La abuela lo interrumpió con un gesto.
"No. no iba de casa en casa. Venía a mi casa, únicamente a mi casa. Nadie supo de donde, nunca dijo de dónde venia ni a donde iba, cuando se iba."
"¿Se iba?"
"Pero si le voy a contar yo, deje que le cuente, pues."
Calló Don Andrés, y Doña Maga la contó esto, y Rosita Ferreira escuchó.
"He estado dándole a la rueca hasta que se me han inundado los ojos, y cuando levanto la cabeza, ve, estaba ahí la muchachita, flaquita, con un vestidito así, ve, sencillito, pero hecho tiras, las mangas motas, una lástima. Uno no pregunta de 'ande viene uno que viene hambreado, medio desnudo , así que le he dado un plato de guiso 'e charqui,que había en las casas, y la niña ha comido, mientras yo con un pedazo de lienzo le cosía un vestidito casi igualito al que traía,  con las mangas motas, igual, y después de comer le he dicho, 'tapese ese cuerpito con esta poquita cosa que le he hecho, m'hija.' Y se puso tan contenta, que empezó a bailar, y a bailar, haciendo una flor con la pollerita que le he cosido. Después me ha dicho que se llamaba Telesfora Peralta, y no mucho más, porque era una huainita muy callada, y todos la llamaban Telelesita. Nadie supo de donde vino, nadie supo a donde iba, cuando se iba, de repente. Días y días, y todos me preguntaban "¿ande anda la Telesita, Doña Magala?"  ¿Y qué he de saber yo, si nunca me dice nada? Pero al cabo regresaba, y había que verla bailar, como un animalito, salvaje, hermoso..."
Se ha quedado silenciosa doña Magala, como si la viera bailar aún, dentro de sí.
"Pero una vez no volvió. Y pasaron días y semanas, y no volvió. Un día cualquiera, ve, los hombres que juntaban leña para hacer carbón han visto una caranchada revoloteando en el monte, y han dicho que habría que ver qué animal muerto los juntaba. Y entraron al monte, y les costo casi todo un día llegar al lugar, en medio del espinal, donde casi era imposible entrar. Y no era un animal muerto. Era un humano. Era la pobrecita, angelito de Dios, la Telesita. Vaya a saber cómo, vaya a saber detrás de qué se metió tan adentro, y se murió de sed."
Y así fue como Andrés Chazarreta compuso esa gloriosa chacarera, "La Telesita".
Y me cuenta doña Rosa Ferreira, en un restaurante, los últimos días de julio del año 2014, que Chazarreta le traía partes de la obra, para que Doña Magala los aprobase o no. Y cuando le cantó "A orillas del Salado, tus pasos se han extraviado", y "ay, Telesfora Castillo, tus ojos no tienen brillo", Doña Magala puso el grito en el cielo: "Pero Don Andrés, ha sido a orillas del Dulce, del Mismo Mayu, y no del Río Salado. ¡Y a mí me ha dicho 'Peralta', y no 'Castillo'!"
Y Don Andrés Chazarreta le contestó: "¡Pero Doña Maga la, ¿cómo quiere que rime 'Dulce' con 'extraviado', o 'brillo' con 'Peralta'!"
Esta es una historia real. Doña Rosa vive en mi pago, Máximo Paz, y tiene 91 años.

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