1CxD02-116 21 de agosto de 2014
Debajo de la cama
© Jorge Claudio Morhain
Por la mañana, el Dinosaurio aún estaba
allí. Rosita podía sentirlo, revolviéndose bajo la cama, oscilando el colchón
cada vez que se daba vuelta.
Más tarde, cuando ni las cortinas pudieron
detener al sol, se atrevió a alcanzar el celular, y llamar a su hermano.
Rolando entró medio dormido, con la escoba.
Era una escena repetida. Metió el palo debajo de la cama, y lo sacudió, a los gritos:
– ¡Fuera, Dinosaurio! ¡Fuera, carajo!
El Dinosaurio acusó los golpes, y salió
corriendo del cuarto.
Con la cola entre las piernas.
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